En contraste con lo ocurrido con las operaciones de fusión de Pfizer y AstraZeneca, por un lado, y Abbvie y Shire, por otro, cuyos ‘tomas y dacas’ se han mantenido en los márgenes de cierta corrección y ‘pacto entre caballeros’, la polémica surgida tras la intención de Valeant de hacerse con Allergan está tomando especial virulencia.
Y es que Allergan ha anunciado un recorte del 13 por ciento de su plantilla mundial, unas 1.500 personas, para aumentar la rentabilidad de la compañía. El objetivo es proporcionar mayores ganancias a los accionistas, para que así no se sientan tentados por la oferta del laboratorio canadiense para comprar sus títulos, que ascendería a un total de 53.000 millones de dólares (39.100 millones de euros).
Así, con la reestructuración anunciada –que incluiría, además, la eliminación de 250 puestos que se encontraban vacantes–, el laboratorio alcanzaría unas ganancias de 475 millones de euros en 2015, y un aumento de los beneficios del 20 por ciento hasta 2019.
La mayoría de despidos procederán de su área de I+D, si bien esto no afectará a su calendario de nuevos lanzamientos ni a sus programas de investigación básica, según la compañía. También se reducirán gastos en operaciones comerciales, administración y fabricación.
La agresiva estrategia de la directiva de Allergan para dificultar las posibilidades de venta de la empresa también ha incluido reuniones de su consejero delegado, David Pyott, con los mayores inversores, si bien esto no ha evitado que alguno de ellos, como el fondo Capital Research and Management, venda su participación en el laboratorio. La ofensiva también incluiría pasar de comprada a compradora, pues se ha dejado caer la posibilidad de adquirir algún que otro negocio.