El impuesto a refrescos y bebidas azucaradas, ejecutado desde 2014, ha funcionado para desincentivar su consumo o, al menos, su compra en nuestro país, señala un estudio coordinado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y la Universidad de Carolina del Norte.
Tras la puesta en marcha del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) aplicado en un 10 por ciento a refrescos y bebidas de alto contenido de azúcar, dice un reporte preliminar, hubo una reducción en su compra del 6 por ciento, que a finales de año se incrementó hasta en 12 por ciento.
Para obtener los resultados, los investigadores utilizaron datos comerciales de un panel de consumidores que contiene información sobre compra de bebidas en hogares de 53 ciudades del país con al menos 50 mil habitantes. El modelo, apunta el instituto, coincide con la tendencia hacia la baja observada desde 2012 para bebidas con impuesto y por variables macroeconómicas que se asocian con compras.
Si bien hubo disminución en todos los sectores de la población, el INSP publica que el sector más pobre alcanzó una mayor: 9 por ciento, que también se incrementó a finales de año hasta ascender a 17 por ciento.
“El impuesto tuvo mayor efecto en el sector de la socieda, donde las enfermedades relacionadas con el consumo de estas bebidas, como diabetes, tienen consecuencias catastróficas y no pueden tener diagnósticos, recursos de prevención ni atención adecuados, provocando la pauperización de las familias”, señala Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, organización civil perteneciente a la Alianza por la Salud Alimentaria.
El IEPS en estas bebidas, recuerda, es una medida fiscal recomendada por organismos internacionales como la ONU, OMS, OPS y OCDE, que ha demostrado ser efectivo y beneficiará el combate al sobrepeso, obesidad y diabetes, que representan el mayor problema de salud pública del país.
Si bien en 2014 la industria refresquera lanzó campañas importantes de comercialización y publicidad —como los nombres en latas de Coca-Cola—, nuevos productos y presentaciones grandes a precios bajos, el impuesto ha repercutido en la baja de consumo. “El impuesto tampoco generó las pérdidas económicas y de empleos que dijo la industria refresquera”.