n medicamento administrado a ratones hembras embarazadas con modelos de autismo impide un comportamiento autista en su descendencia, según los resultados de un estudio publicados en ‘Science’.
Aunque el fármaco no se puede administrar antes de nacer en los seres humanos porque no hay manera de detectar el autismo en los fetos humanos, los ensayos clínicos de este medicamento administrado más tarde en el desarrollo, en los niños pequeños que ya han desarrollado síntomas autistas están mostrando progreso.
Las causas del trastorno del espectro autista (TEA) son complejas y no se comprenden bien, pero entre ellas parece estar la excitación prolongada de las neuronas en el cerebro. Por lo tanto, GABA, el principal inhibidor neurotransmisor en el cerebro, llama la atención, ya que normalmente excita las neuronas en el cerebro de un feto en crecimiento y luego se calma durante el parto, un interruptor en el que media la oxitocina de la madre y que tiene un efecto protector durante el vulnerable proceso de nacimiento.
Pero este interruptor no se produce en el autismo, por lo que las neuronas permanecen excitadas, debido a que el cloruro, una molécula clave de señalización, se forma en concentraciones más altas que lo que debería dentro de las neuronas. En un ensayo clínico de 2012 en el que se administró un fármaco que disminuye el cloruro a más de 50 niños de 3 a 11 años con autismo o síndrome de Asperger, el medicamento, bumetanida, redujo la severidad de ambas condiciones con pocos efectos secundarios.
Ahora, para entender mejor si bumetanida afecta a los procesos celulares que subyacen en el interruptor GABA en la forma en que los expertos piensan que lo hizo (reduciendo los niveles de cloruro) y para determinar si la restauración del interruptor por sí solo podría reducir los síntomas autistas, Roman Tyzio y sus colaboradores, varios de los cuales participaron en el ensayo clínico, analizaron dos modelos de roedores de la enfermedad, una causada por un gen y otra causada por un factor ambiental, la exposición a un medicamento llamado valproato en el útero.
La oxitocina no envió señales desde la madre al bebé en ninguno de los modelos de roedores y, como resultado, se formó cloruro en concentraciones más altas de la que debería haber dentro de las neuronas fetales. Sin embargo, mediante la inyección de bumetanida a las madres, los investigadores fueron capaces de reducir los niveles de cloro a su cantidad apropiada y, a su vez, restaurar el mecanismo de cambio de GABA, que pasó de excitador a inhibidor, como era de esperar.
Fundamentalmente, la descendencia expuesta a este tratamiento, administrada un día antes del parto, no mostró rasgos de autismo. “Este estudio valida los ensayos clínicos con bumetanida para reducir el cloruro y restaurar la fuerte inhibición de GABA en los seres humanos con autismo”, dijo el autor principal del estudio, Yehezkel Ben-Ari, de la Universidad de Aix -Marsella, en Francia, y director emérito de investigación en el Instituto Mediterráneo de Neurobiología, en alusión al ensayo clínico de 2012 realizado con más de 50 niños y niñas de corta edad.
Ahora, se están realizando ensayos clínicos adicionales con este fármaco en Europa. “Ver que un único tratamiento de la madre antes del parto previene la expresión de características propias del autismo en los hijos ilustra la importancia de las condiciones en el parto -destaca Ben-Ari– y las sorprendentes consecuencias que desencadena a largo plazo un mal comienzo”. Es decir, que los niveles de cloruro durante el parto deben permanecer bajos.